El poder de una marca

marca

Hoy, después de varios años de esfuerzo, por fin estoy empezando de verdad mi aventura de intentar vivir de lo que más me gusta: dibujar y crear cositas bonitas. Siempre he sido de esas personas que llenan cuadernos, hacen dibujitos en los márgenes de los apuntes, escriben historias, hacen manualidades, recortan, pegan, decoran sobres… esas cosas que para mucha gente son un simple pasatiempo, pero para mí siempre han sido mi forma de expresarme.

Durante mucho tiempo, todo esto era solo para mí. No pensaba en venderlo, ni en enseñarlo demasiado. Lo compartía con mis amigos, a veces subía algo a Instagram sin pensar mucho. Pero llegó un momento en que empecé a soñar más en serio: ¿y si pudiera hacer de esto mi forma de vida? ¿Y si pudiera crear una pequeña marca y vivir de mis dibujos, mis libritos, mis pegatinas?

Ahí es donde empecé a entender que dibujar no es lo único que hay que saber si quieres dedicarte a esto. Hay que aprender algo mucho más grande que yo no tenía ni idea de cómo funcionaba: crear y cuidar una marca.

 

Pero ¿qué es una marca?

Al principio, cuando oía hablar de marca, pensaba en logotipos, nombres llamativos, páginas web profesionales… todo eso que parece muy lejano cuando solo eres una chica con sus lápices y sus libretitas. Pero poco a poco me di cuenta de que una marca no es solo un logo bonito ni un nombre pegadizo. Una marca es lo que la gente siente cuando ve tu trabajo.

Mi marca soy yo: mi forma de dibujar, los colores que elijo, el tipo de frases que escribo en mis libritos, la forma en que empaqueto los pedidos, cómo contesto los mensajes en Instagram, cómo muestro mis procesos. Todo eso forma una imagen en la mente de quien me ve.

Si quiero que cuando alguien vea una pegatina mía piense “esto es suyo, seguro”, entonces tengo que ser muy consciente de cada cosa que hago. Y eso, aunque al principio da un poco de miedo, también es muy bonito, porque te hace ser mucho más tú.

 

Empecé desde cero

Cuando decidí ponerme seria con esto, lo primero que me di cuenta es que mi Instagram era un caos. Un día subía un dibujo, otro día una foto de mi perro, otro día una frase random… No había un estilo claro, ni una línea que contara una historia.

Parecía más un diario personal desordenado que un escaparate bonito para enseñar lo que hago. No sabía qué quería transmitir ni a quién me dirigía. Solo subía cosas porque sí, sin pensar en colores, temas o en lo que la gente podía sentir al verlo. Era todo muy improvisado y sin rumbo.

 

Así que me senté conmigo misma y me pregunté:

  • ¿Qué quiero transmitir?
  • ¿Cómo quiero que la gente me vea?
  • ¿Qué tipo de cosas quiero hacer?

No fue fácil contestarme. Me costó bastante porque me gustan muchas cosas distintas.

Pero poco a poco fui dándome cuenta de que lo que más me gusta transmitir es ternura, alegría, y esa sensación de cosas hechas con cariño.

Así que decidí que mis productos —sobres ilustrados, pegatinas, libritos, fanzines— iban a tener siempre ese toque: colores suaves, dibujos sencillos pero expresivos, mensajes bonitos pero no empalagosos.

También entendí que ser yo misma era lo más importante. No copiar lo que hacen otros artistas solo porque parece que les funciona. Cada persona tiene su camino.

 

Protege lo que estás construyendo

Otra cosa que aprendí es que, si quiero que mi marca crezca, tengo que protegerla. Cuando eres pequeñita como yo, no piensas que alguien pueda copiarte o querer usar tu nombre. Pero pasa, y mucho. Más veces de las que te imaginas.

Por eso, estoy en proceso de registrar oficialmente mi nombre de marca y mi logo. Es un papeleo un poco rollo, pero es súper importante. Así, si algún día alguien intenta hacerse pasar por mí o vender usando mi nombre, puedo defender lo que es mío.

No importa si estás empezando. Cuanto antes lo hagas, mejor.

 

¿Y el marketing? Ese gran desconocido

Ahora, vamos a hablar de algo que al principio me daba pánico: el marketing.

Yo pensaba que el marketing era solo para grandes empresas que intentan venderte detergentes o teléfonos. Pero no. Para los artistas pequeños como yo, el marketing es simplemente contar tu historia y conectar con la gente correcta.

Publigar, agencia de publicidad y marketing en Albacete, me explicaron que no se trata de engañar, ni de ser pesado, ni de vender por vender. Se trata de mostrar lo que haces con amor, de forma auténtica, ganar visibilidad para que quien vea tu trabajo se enamore de él.

Y eso, aunque parezca difícil, se puede aprender.

 

Cosas que me están ayudando con el marketing

Aquí te cuento algunas cosas que me han servido mucho, muy en plan “entre amigas”:

 

  1. Saber para quién estoy creando

Antes pensaba: “cuantos más seguidores, mejor”. Ahora sé que prefiero pocos pero que realmente amen lo que hago.

Así que pienso en las personas que disfrutan de la papelería bonita, que aman los detalles hechos a mano, que valoran el arte pequeño y sincero. Son personas que no buscan lo más barato, ni lo más “perfecto”; buscan algo especial.

Cada vez que creo un producto o escribo un post, pienso en ellas.

 

  1. Ser coherente

No puedes ser un día un perfil serio y profesional, y al otro un perfil de memes locos. Confunde.

Ahora intento que todo lo que publico tenga mi estilo: colores suaves, mensajes positivos, cercanía. No es ser falsa, es ser coherente con lo que quiero transmitir.

No tienes que ser perfecto ni un robot. Pero ayuda mucho tener una línea clara.

 

  1. Contar mi historia

A la gente le gusta saber quién está detrás de lo que compra.

Así que hablo de mis procesos, enseño mi mesa de trabajo (aunque esté hecha un caos), cuento cómo hago los sobres o de dónde saqué la idea de un librito. También hablo de mis miedos, mis errores, mis días en los que no me sale nada.

Eso hace que la gente sienta que te conoce, que no eres solo una marca, sino una persona real.

 

  1. No solo vender

Si cada publicación fuera “¡Compra mis pegatinas!”, “¡Nuevo librito a la venta!”, la gente se cansaría.

Así que combino cosas: enseño trucos de dibujo, ideas para usar sobres ilustrados en regalos, hago mini tutoriales, recomiendo libros que me inspiran, enseño pequeños avances.

Quiero que seguirme sea bonito y útil, aunque alguien nunca me compre nada.

 

  1. Email marketing: el truco menos usado

Estoy empezando a construir una lista de emails. Muy pequeñita aún.

La idea es que, si un día las redes desaparecen (y puede pasar), yo pueda seguir en contacto con la gente que realmente quiere saber de mí.

Les mando correos contándoles novedades, les enseño proyectos antes que a nadie, les mando descuentos especiales.

No hace falta hacer cosas complicadas: un email sencillo, cercano, funciona mucho mejor que un folleto de publicidad.

 

Cosas que he aprendido por el camino

Lo más importante que he aprendido es que esto lleva tiempo.

No creces en un mes. No construyes una marca sólida en dos tardes. Hay días en los que parece que nadie te ve, que nadie le da “me gusta” a tus posts, que tus productos no se venden. Y otros días en los que todo se mueve de golpe.

Hay que tener paciencia. Y constancia.

Cada sobre que dibujo, cada pegatina que diseño, cada librito que encuaderno a mano… es un granito más en construir mi marca.

Y, sobre todo, me he dado cuenta de algo: no tengo que gustarle a todo el mundo. Solo necesito conectar de verdad con esas personas que valoran lo que hago.

 

Mis próximos pasos

Ahora mismo, mis metas son:

  • Seguir siendo constante en redes, mostrando mi trabajo de forma natural y bonita.
  • Sacar nuevos productos que ya tengo en mente, como packs de cartas ilustradas y pequeños kits de papelería.
  • Terminar el proceso de registro de mi marca (¡esto es un must!).
  • Aprender más sobre marketing de forma sencilla, sin complicarme ni perder mi esencia.
  • Cuidar mucho a las personas que ya me apoyan. Son lo más importante.

 

Lo que más he aprendido es que, realmente, la marca lo es todo

Si algo he aprendido en estos meses es que una marca es mucho más que un logo bonito. Es tu voz, tu estilo, tu historia, tu manera de tratar a la gente, tu forma de ver el mundo.

Y si logras construir una marca auténtica, que refleje lo que eres, tendrás algo muy poderoso: personas que no solo compran tus productos, sino que confían en ti, te siguen, te recomiendan, y crecen contigo.

Todavía me queda muchísimo camino por recorrer. Estoy aprendiendo, fallando, mejorando, celebrando cada pequeño logro. Pero sé que estoy construyendo algo bonito.

Mi marca no es perfecta, ni grande, ni famosa. Pero es mía. Es real. Y eso ya es muchísimo.

Si tú también estás empezando, solo puedo decirte: hazlo a tu manera, aprende todo lo que puedas, cuida a tu comunidad y no tengas miedo de mostrar quién eres.

Construir tu marca es construir un hogar para todo lo bonito que llevas dentro.

Más comentados

Scroll al inicio