De siempre me han gustado el mundo de los niños y el de la moda. Además, soy el orgulloso papá de trillizas: Antonella, Bianca y Chiara. Entonces, lógicamente, me dedico a lo que más me gusta y a lo que mejor me corresponde, en concreto: tengo una tienda de ropa infantil. La abrí hace unos años en una calle céntrica de la capital de la comunidad autónoma en la vivo y debo reconocer que me va bastante bien. La monté con la ayuda del Grupo Reprepol, un mayorista de moda infantil que cuenta con una amplia variedad de productos y artículos para los más pequeños de la casa.
Me asesoraron como sólo auténticos profesionales saben hacerlo y siempre de la mejor manera posible: explicándotelo todo paso a paso y de manera detenida, escuchando con atención tus preguntas, etc., para resolver tus dudas, estando asimismo a tu lado siempre como deben estarlo los verdaderos y buenos asesores. Personalmente, yo opté por abrir un negocio multimarca, aunque con el grupo se puede también optar por una tienda de tipo monomarca. Ahí, cada cual es libre de elegir lo que más le guste o se adapte a sus necesidades y/o a las de sus clientes. Eso lo debes hablar con tu asesor y decidirlo tú…
Una tienda de ropa infantil es un negocio con viento en popa a toda vela
En mi opinión, creo que abrir una tienda de ropa infantil es un negocio rentable, porque siempre contarás dentro de tu círculo de clientes hipotéticos, a las futuras o ya mamás que están preparando el ajuar para sus bebés y, por otra parte, a los familiares y amigos que desean regalarles ropa, peluches y/o diferentes artículos a esas futuras mamás o ya mamás. Y bueno, como bien lo sabéis los que tenéis hijos (¡o nietos y sobrinos!), ¡los niños crecen a una velocidad vertiginosa! Con lo cual, hay que estar siempre comprándoles ropa nueva, zapatos nuevos, etc., y todo ello a la última moda. ¿O no es así? Y aunque así no lo fuera, en nuestra actual sociedad de consumo, en la que cada año lo acordado es que surjan dos temporadas de moda, una en otoño-invierno y otra en primavera-verano, lo más normal y corriente es que los papás y las mamás les compren nuevas prendas a sus retoños para que luzcan éstos nuevos modelitos y estén a la última. ¡Yo el primero! No quiero juzgar a nadie porque hago exactamente lo mismo y además disfruto con ello.
Y bueno, lo de abrir una tienda de ropa infantil es francamente un negocio con viento en popa a toda vela, ya que niños siempre habrá y que a ningún padre o madre le gusta que le falte de nada a su hijo o hija. Además, puedes lograr con tu comercio ganancias sustanciales sin haber invertido casi nada. ¡Eso sí! Trabajo y tiempo… ¡mucho! Porque horas y horas, incluso mucho después de haber cerrado la tienda o antes de haberla abierto, darás un mogollón… Eso lo debes tener en cuenta, pues al ser una franquicia, eres en cierto modo tu propio jefe también.
Sin embargo, y a pesar de ello, yo disfruto mucho con mi tienda y mis clientes. Me encanta colocar las prendas, los complementos sobre las estanterías, en las perchas… Disfruto lo indecible aconsejando a la gente, enseñándole los artículos que tengo en la tienda y de los que tan orgulloso estoy. A lo primero, cuando entraban los clientes en la tienda esperaban un poco y me preguntaban al cabo de un tiempo que a dónde estaba la dependienta o la responsable del negocio, y cuando les contestaba que era yo, se sobresaltaban o extrañaban que fuese un hombre quien llevase la tienda (¿a ver por qué?). En mi familia, quien lleva el comercio soy yo, mi mujer trabaja fuera, es profesora de canto, y en lo referente a la casa y a las niñas, nos vamos turnando mi esposa y yo. También nos ayuda en ello un chico francés que tenemos de Au Pair. Como cualquier familia española o extranjera con niños y en la que ambos padres trabajan, intentamos hacer lo que podemos para conciliar trabajo y vida familiar y debo reconocer que somos felices así.