En mi paso por Barcelona estuve en un hotel que me sorprendió sobremanera, el Hotel Mercer de Barcelona. Rafael Moneo se encargó de rehabilitar el edificio histórico donde se encuentra el hotel y que tiene retazos de la historia de la capital catalana desde el siglo I d.C.
Una experiencia genuinamente barcelonesa
Para una ciudad como Barcelona es vital tener una variada y extensa cantidad de hoteles, en este caso opté por alojarme en este exclusivo hotel de cinco estrellas de Gran Lujo. Soy un gran amante del arte y poder estar en edificio de su historia y en pleno corazón del Barrio Gótico pesó y mucho en mi decisión.
El que uno de los mejores arquitectos de la actualidad y Premio Príncipe de Asturias de las Artes, Radael Moneo haya llevado la rehabilitación es garantía, al menos de calidad. El espacio mezcla sabiamente el pasado y el presente. La duración de los trabajos fue de cuatro años. Sorprende el gran portón de madera maciza con que el hotel recibe al visitante.
En la recepción ya notas que estás ante un hotel magnífico y especial, lo mismo que el resto del establecimiento hotelero. El colorido de sus frescos medievales y esas vigas de madera que cuentan con siglo de historia, ayudan a crear un ambiente cálido.
En el Hotel Mercer Barcelona se ve como la luz conquista el hall y el lobby del hotel gracias a los grandes ventanales de su patio central. Este patio de origen medieval se enmarca con unas valiosas columnas del siglo XVII y al que acompañan tres naranjos que le dan una gran frescura. El hotel da la posibilidad de entrar en contacto directo con la muralla romana de Barcino, donde se pueden ver restos que son del siglo I d.C.
En cuanto a las habitaciones del hotel, están en las tres plantas y han sido capaces de conservar la altura de sus techos e incluso las vigas del edificio originales. Las dos torres de vigilancia de la muralla de origen romano permiten escalar por el edificio que termina en la guinda del edificio, una terraza muy cuidada que cuenta con una piscina.
En el mirador se pueden ver los tejados de la parte más antigua del barrio gótico de Barcelona. No es un hotel con muchas habitaciones, tiene 28, lo que hace que el sentimiento de exclusividad sea todavía más grande.
El cuidado es máximo y los detalles increíbles, la cama en la que dormí la forma un colchón que ha sido desarrollado por la NASA, acompañado por un topper de Duvet, para rematar todo lo recubre una ropa de cama de algodón del mismísimo Egipto de 340 hilos.
Como última curiosidad, el valor histórico de la biblioteca con la que cuenta el hotel incluye frescos de origen medieval que se descubrieron cuando se restauró la estructura. Recomendaría sin duda alguna pernoctar en este hotel si queréis vivir el máximo lujo en la zona más con más historia de Barcelona y sentir de de verdad la esencial de la capital catalana.