Durante el primer semestre de este año murieron un total de 300 trabajadores mientras desarrollaban tareas propias de su profesión. La cifra, no obstante, sigue creciendo con el paso de los días y de las semanas. La mortalidad laboral es una cuestión que nunca debe rebajarse en importancia y contra la que hay que poner todo lo necesario por nuestra parte.
Muchas de esas muertes se producen en obras de construcción de edificios o de reforma de los mismos. Mueren albañiles, instaladores de aire acondicionado, pintores… y, en definitiva, aquellos profesionales que por una u otra razón han tenido que subirse a un andamio… con el peligro que ello conlleva a veces. Y sobre todo en aquellos casos en los que no se cuenta con una protección adecuada.
A la hora de acometer la reforma de un edificio o de una casa, la seguridad del trabajador es algo que debe preocupar a todos, principalmente enfocándola desde tres puntos de vista:
- El primero, desde el punto de vista del propio trabajador, que si no dispone de los elementos de seguridad adecuados debe negarse a realizar el trabajo y, llegado el caso, denunciar a la empresa.
- El segundo, desde el de la propia empresa, que debe mirar de manera ineludible por la integridad física de sus trabajadores sin escatimar ningún recurso.
- El tercero, desde el punto de vista de la persona o grupo de personas que se van a beneficiar de la reforma. Si están al tanto de cualquier inseguridad que padezca el trabajador, deben inmediatamente conminar a la empresa a que le provea del material necesario. Al igual que el empleado, deben denunciar si aquélla no hace caso.
Las tres partes están interesadas en que no se produzca ningún incidente que empañe la reforma. El trabajador, por su propia vida. La empresa, para evitar una denuncia y una pérdida de fiabilidad y sobre todo de imagen. Y los beneficiarios, para evitar que el lugar en el que viven sea tristemente recordado.
Por tanto, las tres partes están interesadas en que todo se desarrolle con normalidad. No hay excusas que avalen la inseguridad de un trabajador a la hora de subirse a un andamio para realizar algún trabajo de reforma. Work Protec, en este caso, es una entidad que aporta la mejor solución al respecto. Sus profesionales pueden proveer los mejores sistemas de seguridad para trabajos en altura, como líneas de vida o sistemas anticaída. Otra de las posibilidades que oferta Work Protec, realizar una verificación de los sistemas de seguridad que ya se poseen, también es válida si nuestro deseo es el de garantizar la integridad física de aquellas personas que trabajan para reformar nuestra vivienda.
No marchar de sangre nuestra reforma
Los clientes deben ser parte de activa de todo el proceso que implique la reforma de su vivienda. Y no sólo por las cuestiones que se deriven del cambio estético del lugar. O lo que es lo mismo: deben denunciar cualquier irregularidad que observen en el desarrollo de la obra. Por suerte cada vez más empresas constructoras españolas están apostando por las fuertes medidas de seguridad para sus empleados, pero la muerte de esas 300 personas desde enero hasta junio evidencia que todavía hay muchas cosas por mejorar en este aspecto.
Por otro lado, es fundamental, como reza el ladillo anterior, no manchar de sangre la reforma. ¿Qué sentido tendría hacer más mona nuestra vivienda por fuera si luego la gente la reconoce más por ser el lugar en el que falleció un trabajador? Lo cierto es que todo nuestro trabajo y el dinero gastado se vería empañado por un suceso tan triste.
Las reformas son necesarias y obligadas en muchos casos. Y todo el mundo tiene derecho a acometerlas. Pero no por ello tiene que haber gente que se encuentre en peligro por ellas. Work Protec, con su eficiencia y experiencia, es la alternativa ideal para que evitar una tragedia.