El hogar de cada persona debería de ser el sitio más acogedor, tranquilo y seguro en el que pasar tiempo a solas y en compañía de nuestros seres queridos. La casa es ese lugar al que se acude después del trabajo, de la fiesta, del colegio y de la calle para estar calma, relajarse, sentirse a gusto y disfrutar de la privacidad. Sin embargo, hay quienes, por motivos diversos, pueden llegar sentirse incómodos, tristes e incluso ansiosos al pasar tiempo en casa. ¿A qué se debe? Evidentemente hay motivos muy diferentes y dependen de la situación personal de cada individuo.
En este post vamos a ver algunos de los más comunes y a explorar maneras de hacerles frente.
Identifica si te ocurre todo el tiempo
Quizás ya te has dado cuenta de que esa sensación no es constante, y tienes claro que hay una serie de momentos en los que se desencadena todo lo negativo. Si vives con más gente: con tus padres, pareja, o compañeros de piso, piensa en si estás bien con ellos, ya que puede que te ocurra sólo cuando se van y te quedas solo/a. Es posible que, más que un problema con tu casa, lo que te está dando inseguridad es el hecho de estar a solas. Se trata de algo muy común y le afecta a mas gente de la que creemos. Incluso existe un trastorno denominado isolofobia, también conocido como autobofia o eremofobia, que se describe como el miedo a estar solo o aislado, y se asocia generalmente con otros trastornos de ansiedad.
Si sientes que no eres capaz de quedarte solo en ningún momento y esto se está convirtiendo en un problema para el desarrollo normal de tu día a día, lo mejor es que acudas a un servicio de psicología, pues te proporcionará las herramientas que necesitas para superarlo. También se puede dar el caso contrario: puede ocurrir que estés perfectamente solo en casa, pero cuando hay otra persona, empiece a darte ansiedad. Entonces probablemente, la convivencia no se esté dando bien, y tendrás hablarlo con tu compi para mejorar, o plantearle la posibilidad de que vuestra relación se dé fuera del hogar.
Otra posibilidad es que te ocurra en momentos de estrés concretos. Por ejemplo, si trabajas demasiado y tienes una vida muy rápida y ajetreada, es probable que, el estrés que acumulas, te afecte incluso cuando estás en tu hogar y, tal vez, haya llegado el momento de plantearte bajar el ritmo para poder disfrutar de tu descanso. Asimismo, si trabajas en casa, o si pasas demasiado tiempo en ella, es normal que sientas sensación de encierro o claustrofobia. Lo mejor que puedes hacer es salir, hacer otras actividades, quedar con gente y, en general, intentar pasar menos tiempo en tu casa para que, cuando vuelvas, la encuentras como un lugar deseable.
Si no tienes muchos amigos, y te sientes socialmente aislado, es posible que detestes estar en tu casa por ese mismo motivo. Entonces el problema no está en el hogar, y deberías hacer todo lo posible por cambiar esa situación que te está haciendo daño. Para ello, esfuérzate por socializar, acude a actividades con más gente y a lugares donde puedas conocer a personas nuevas.
Pregúntate si vives en un sitio que te gusta
Puedes planteártelo desde distintos puntos de vista. ¿No te gusta tu casa, o no te gusta la ciudad en la que vives? Si tu hogar está situado en un lugar muy ruidoso, es posible que esto no te esté dejando descansar, así que deberías plantearte aislar tu habitación del ruido o, en último caso, mudarte a un lugar más tranquilo. Otro caso muy frecuente es la vinculación emocional negativa con el espacio. Puede que en tu casa haya ocurrido algo traumático, como la muerte de un familiar; que lo hayas dejado con tu pareja; o discutido con una amiga, y esto hace que asocies el espacio con esa experiencia que sigue haciéndote daño porque no la tienes superada. En ese caso, es muy normal que te de ansiedad. Lo mejor es que trates de reconciliarte con el lugar. Entiende que el sitio no es el culpable de lo que ha ocurrido y pide ayuda si lo consideras necesario.
También puede que tu sufrimiento esté relacionado con que tu hogar no es agradable estéticamente. En los últimos años, la crisis económica, los alquileres turísticos y la especulación, han propiciado un notable incremento del precio de la vivienda. Esto, en muchas ocasiones, nos ha obligado a conformarnos con habitar lugares que, en realidad, no nos gustan, ya sea porque son demasiado pequeños, porque tienen poca luz o porque no disponen de los servicios necesarios. En este caso, si es posible, puedes intentar buscar algo mejor, aunque tal vez no tengas ese privilegio, así que te recomendamos que intentes compensarlo dándole un buen cuidado y decoración agradable. Problemas como el desorden, la suciedad, o la falta de privacidad pueden contribuir a la ansiedad. Aprovecha la entrada de luz al máximo a través de la colocación de los muebles. Coloca cortinas para proteger tu intimidad e intenta limpiar con frecuencia. Si vives acompañado, organiza un plan conjunto para la limpieza diaria.
La disposición de los muebles puede afectar a la manera en la que se percibe un espacio. El lugar más feo y desagradable del mundo, puede transformarse en un hogar deseable si está acondicionado con una buena decoración. Si tienes ansiedad relacionada con la colación de los muebles, puedes explorar técnicas antiguas como el Feng Shui. Los especialistas en diseño de interiores de Sergio Nisticò recuerdan los beneficios del Feng Shui asegurando que “un hogar ordenado es un hogar donde fluye la energía positiva” y esto, sin lugar a dudas, reducirá tus niveles de ansiedad; sobre todo, si crees en ello.
Si lo que hemos comentado no te funciona y experimentas demasiada ansiedad, lo mejor es que acudas a un especialista para que te ayude a superarla. Recuerda que nadie te ata a esa casa. Siempre puedes mudarte por una temporada o de forma indefinida. Lo más importante es que tú te encuentres a gusto.
¡Ánimo!