La residencia idónea para encontrar la comodidad absoluta

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Suele decirse que los dos grupos de edad que requieren de una mayor atención son el de los niños y el de los ancianos. En efecto, cuando las familias se hacen cargo de uno de los dos (o de los dos) hay que amoldar nuestro hogar para que su comodidad esté garantizada al cien por cien para, en el caso de unos evitar problemas físicos y, en el de los otros, conseguir un correcto desarrollo.

Conseguir esto depende en buena medida de la disposición que hayamos imprimido a nuestra vivienda. Tener unos muebles de calidad es entonces clave para lograr el objetivo y para hacer que nuestros niños o mayores disfruten de su vivienda como realmente se merecen. En el caso de los segundos, los problemas de movilidad hacen que dotar de dicha comodidad al lugar de residencia sea especialmente importante.

En 2011 la madre de mi mujer comenzó a sufrir problemas físicos que estaban haciendo de su estancia en nuestra casa un verdadero infierno. Padecía artritis y, a pesar de que habíamos puesto todo lo que estaba en nuestras manos para que se sintiera cómoda en casa, no lo habíamos conseguido. La mujer se encontraba incómoda y ya nos había pedido en más de una ocasión que la trasladáramos a una residencia.

He de confesar que aquella declaración nos sorprendió. Tenía entendido que a los mayores no solía agradarles la posibilidad de comenzar una nueva vida en una residencia. Mi suegra nos lo estaba pidiendo tanto a mi mujer como a mí y, debido a que nuestro domicilio particular no estaba preparado para afrontar todas sus necesidades, decidimos tener en cuenta su propuesta. Cuando se lo comunicamos, nos comentó que la residencia a la que quería trasladarse se llamaba San Vital.
¿Por qué decidía mi suegra trasladarse a aquella residencia? Se lo preguntamos y nos indicó que se trataba del lugar en el que vivía su amiga Adela, la cual estaba perfectamente atendida durante las 24 horas del día y había conseguido mejorar su salud desde que se llevó a cabo su traslado. Además, según nos contaba mi suegra, San Vital tenía todos los servicios que ella necesitaba para cuidarse y que no encontraba en nuestra vivienda: una atención sanitaria inmediata, atención durante cualquier momento del día y muchos servicios referentes al envejecimiento activo, con actividades de todo tipo y que sin duda alguna traen beneficios para la salud física y mental de nuestros mayores.

Una decisión acertada

No hizo falta demasiado tiempo para darnos cuenta de que mi suegra tenía toda la razón. La primera vez que visitamos las instalaciones y entramos en la página web refrendamos todo aquello que nos había contado. Efectivamente, la comodidad que ella podría encontrar en una residencia como San Vital era muy superior a la que podría encontrar en nuestra casa. Todas las habitaciones estaban perfectamente equipadas con muebles de una gran calidad y que estacaban especialmente por su comodidad, justo lo que ella necesitaba.

Le dimos el visto bueno a que mi suegra se trasladara a San Vital y lo cierto es que no nos arrepentimos en absoluto. Pasadas unas pocas semanas desde su ingreso comenzó a notar una mejoría en cuanto a calidad de vida. Cada vez que tenía un problema físico, éste era atendido de inmediato; dormía mejor; se relacionaba con una mayor cantidad de gente y disfrutaba de actividades culturales que le hacían bien a su mente.

En la actualidad, mi suegra se siente completamente feliz y cuidada en la residencia San Vital. En el plano físico también ha encontrado en dicho lugar la solución a sus problemas y creo que solo esto ya merece la pena. Ahora nos sentimos más seguros y sabemos que, por fin, ella tiene todos aquellos cuidados que siempre ha merecido.

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